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«Crip Camp»: el Woodstock de la discapacidad revisado por los Obama

lavozdegalicia.es 26.03.20

«Jened era una oportunidad para hacer cosas diferentes», dice en la cinta Larry Allison, director de aquel campamento. Intentamos promover ahí un ambiente en el que los adolescentes pudieran ser adolescentes sin todas las etiquetas y estereotipos, lo cual fue un producto de esa era gracias a la experimentación social. Nos dimos cuenta de que el problema no venía de las personas con discapacidades sino de quienes no tenían discapacidad», añade.

Ganador del premio del público al mejor documental estadounidense en el Festival de Sundance, Crip Camp: A Disabled Revolution, de James Lebrecht y Nicole Newnham y que aterriza hoy en Netflix, conecta el agotador camino recorrido por las personas con discapacidad en EE.UU. para combatir la discriminación con la iniciativa de un campamento embriagado de ambiente contracultural que abrió los ojos a muchos. Además, supone una nueva colaboración de Netflix con el expresidente de Estados Unidos Barack Obama (2009-2017) y su esposa, Michelle Obama, cada vez más metidos en su faceta de productores audiovisuales. La alianza de los Obama con el gigante digital no pudo tener un mejor comienzo ya que American Factory (2019), su primera película juntos, ganó el premio al mejor documental en la última edición de los Óscar.

Crip Camp viaja hasta 1971 para recordar una colonia veraniega, situada muy cerca de donde se celebró dos años antes el hito hippie de Woodstock, en la que jóvenes con discapacidad podían ser simplemente adolescentes y olvidarse de la marginación o abusos que sufrían en sus escuelas y barrios. Al frente de ese campamento de aire utópico e integrador estaban una serie de melenudos hippies con su entusiasmo humanista, sus guitarras al hombro y sus aspiraciones de transformación social. «Con quince años, me atraía la gente que fumaba cigarros y que escuchaba música», explica Lebrecht, quien nació con espina bífida y que, además de codirector de Crip Camp, es uno de sus protagonistas. «Fuera del campamento no sentía que yo fuera un chico guay. Pero en Jened sí que lo era», agregó.

Uno de los puntos de mayor interés del documental es el material grabado en el campamento por el colectivo People’s Video Theater. Ese metraje, lleno de momentos emotivos y espontáneos, muestra a jóvenes con parálisis cerebral o afectados por la polio jugando a béisbol, teniendo sus primeros encuentros sexuales, contando chistes, debatiendo sobre cuestiones sociales: es decir, siendo adolescentes. Pero ese entorno de integración y respeto mutuo contrastaba con una sociedad estadounidense que a menudo miraba a las personas con discapacidad casi como a ciudadanos de segunda clase. «En Jened éramos hermanos y hermanas», resumió Joe O’Conor, uno de los hippies que hicieron posible ese campamento.

Crip Camp no se limita solo a rememorar lo especial que fue aquel lugar, sino que lo coloca como un espacio clave en la lucha por los derechos civiles de las personas con discapacidad, ya que varios de los adolescentes que fueron a Jened luego encabezaron esas reivindicaciones en el plano político y legislativo. Por ejemplo, una de las jóvenes que pasó por Jened fue Judith Heumann, una gran activista por el respeto a las personas con discapacidad en EE.UU.

«Uno de los problemas de cuando creces con discapacidades es que no se te considera un hombre o una mujer e incluso en el comienzo de cualquier relación se te ve solo como una persona con discapacidad y asexual, con la discapacidad tomando la mayor relevancia», explicó Heumann. Así, el documental recuerda las protestas de las personas con discapacidad, que se unieron a otros activistas de la época como los veteranos de Vietnam o los Panteras Negras, para que sus derechos se respetaran a través de la Sección 504 de la Ley de Rehabilitación de 1973 y, finalmente, con la vigente Americans with Disabilities Act de 1990, conocida coloquialmente como ADA.